Archive for the ‘Sociedad’ Category

Las letras B-O-L-O-N-I-A con sangre entran

marzo 23, 2009

 

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Sobran las palabras

Democracia a la española en Euskadi

marzo 4, 2009

No se puede realizar un análisis de las elecciones vascas del pasado domingo sin hacer mención a su vicio de origen: la ilegalización de las candidaturas de la izquierda abertzale es, de entrada, un pucherazo escandaloso. El carácter antidemocrático de la Ley de Partidos no es una ocurrencia mía, sino una evidencia de la que la misma ONU ha advertido en varias ocasiones. Ha llegado un punto en el que, en esta España de pandereta, todo nos parece normal -y sé que para muchos decir esto es como sacarse un moco en público-, pero todavía no entiendo que, en un supuesto Estado de Derecho, se encarcele a determinadas personas por el simple hecho de querer presentarse a unos comicios. En Euskadi hay un conflicto muy serio, y no creo que la solución pase por amordazar a las fuerzas políticas que pueden avanzar en su resolución por la vía democrática.

Pero el chiste es más largo. Según parece, el Parlamento vasco tendrá un Lehendakari pesoísta (me niego a llamar socialista a un miembro del PSOE) por primera vez en 30 años. No es que el PSE haya ganado las elecciones, ni mucho menos. Patxi López logró 24 escaños, 6 menos que el partido más votado, el PNV. Pero todo indica que los pesoístas formarán coalición con el PP y UPyD, alcanzando los 38 escaños que otorgan la mayoría absoluta. El argumento de derrocar el «nacionalismo» es absolutamente esperpéntico. Lejos de mí el defender a un partido católico de derechas como es el PNV, pero hay que reconocer que el nuevo gobierno que va a suplantar al de Juan José Ibarretxe no tiene nada que envidiarle en lo que a nacionalismo se refiere. A nadie se le escapa que el españolismo exacerbado es la punta de lanza del PP, y no digamos ya del partido de Rosa Díez. Por tanto, no hay que ser un genio para deducir que el deseo de Patxi López de alinearse contranatura con estos dos grupos derechistas sólo puede obedecer a un patriotismo español desmedido.

Una vez confirmada la toma del poder por parte del Frente Nacional Español, es necesario reflexionar sobre la legitimidad de su victoria democrática. En primer lugar, volvamos a la ilegalización de las listas de D3M. La izquierda abertzale llamó a sus votantes a votar nulo, para poder así contabilizar sus apoyos aunque fuese extraoficialmente. 101.000 de ellos así lo hicieron. La proyección de estos votos sería de nada menos que 7 escaños, lo que modificaría sensiblemente la composición del Parlamento vasco y privaría a los partidos españolistas de la mayoría absoluta. Pero, para terminar de despejar las dudas, basta con echar un ojo al registro de los datos electorales:

– PSE: 315.893

– PP: 144.944

– UPyD: 22.002

– PNV: 396.557

– Eusko Alkartasuna: 37.820

– Aralar: 62.214

– Ezker Batua: 36.134

– D3M (voto nulo): 100.924

* Votos del Frente Nacional Español: 315.893 + 144.944 + 22.002 = 482.839

* Votos no-españolistas: 396.557 + 37.820 + 62.214 + 36.134 + 100.924 = 633.649

Así pues, nos encontramos ante un frente españolista deliberada y artificialmente creado para la ocasión que se dispone a gobernar a una sociedad abiertamente no-españolista. Ojalá me equivoque (hay que puntualizar, porque en este país te llaman pro-etarra a la mínima), pero el juego sucio del PSOE-PP, la crispación general ante semejante fraude y el gatillo fácil de ese grupúsculo terrorista que es ETA pueden convertir Euskadi en una auténtica bomba de relojería. Y nunca mejor dicho.

Una vez más, NO a Bolonia

octubre 20, 2008

Durante las últimas décadas del siglo pasado, las universidades se caracterizaron por ser lugares de movilización y reivindicación social y política, especialmente en épocas de conflicto. En España, a pesar de la fuerte represión franquista, los campus universitarios fueron durante años la cuna de la rebelión cultural y las revueltas sociales, gracias al carácter contestatario e idealista de aquella juventud.

Esto ha cambiado. No de la noche a la mañana, por supuesto, pero sí a un ritmo elevado en los últimos tiempos. Los jóvenes de hoy convivimos dócilmente con nuestra precariedad laboral y la inaccesibilidad a una vivienda digna. Con total resignación, con escasa conciencia social y con una nula movilización para defender nuestros derechos (no digamos ya los de otros…). Las voces que la dictadura no pudo acallar a base de porrazos de los ‘grises’, palizas en comisaría y penas de cárcel son ahora silenciadas con otros métodos más eficaces.

Poco a poco, el sistema capitalista ha conseguido crear una generación de jóvenes despolitizados e indiferentes al mundo que les rodea. La operación de convertir al sector más insurrecto de la sociedad en una masa sumisa y adormecida, únicamente interesada en el consumismo, la televisión y los videojuegos, ha sido todo un éxito.

A estas alturas, a pocos se les escapa que el Plan de Bolonia supone el golpe privatizador más duro a la educación pública de nuestra historia reciente. Las antiguas licenciaturas y diplamuturas serán sustituidas por unos títulos devaluados llamados «grados» que deberán ser respaldados por los «postgrados» (a razón de unos 3.500 euros). Junto con el novedoso y denigrante sistema de las becas-préstamo, las clases de asistencia obligatoria alejan de la Universidad a aquellos que tienen que trabajar para pagarse la carrera.

Pero ahí no queda la cosa. Yo, como estudiante de la primera Universidad del país en aplicar la receta boloñesa, he empezado a notar algunos efectos secundarios. Aunque el Plan sólo atañe este curso a los alumnnos de primero, los ecos de las nuevas técnicas nos han ido llegando a todos desde el año pasado (para ir creando ambiente, supongo). Las intensas jornadas de clase y prácticas obligatorias se alargan por la tarde a base de trabajos y deberes (sí, como en el cole) que no dejan tiempo para ningún tipo de actividad dentro del campus como la asistencia a charlas, conferencias, video-forums o debates. Incluso leer un libro ajeno al programa de las asignaturas se plantea como una labor casi heroica.

No quiero ser mal pensado, pero no hace falta pensar mucho -basta con abrir un poco los ojos- para darse cuenta de que la «contrarreforma» de Bolonia no sólo no trae nada bueno sino que es un nuevo ataque hacia el futuro de una juventud que cada día tiene las cosas más complicadas.

Todo este rollo viene para transmitir que los días 22 de octubre y 13 de noviembre hay convocada una huelga general de estudiantes. La manifestación es a las 12:00 en la Plaza de Colón de Madrid. Por si a alguien que no tenga ninguna práctica obligatoria, ni ningún trabajo que presentar, le apetece ir.

El terrorismo fascista ataca de nuevo

septiembre 9, 2008

El pasado sábado fue apuñalado un chaval de 16 años mientras viajaba en el metro de Barcelona en compañía de su novia y su hermano de 8 años. Un grupo de nueve valientes neonazis le increparon por su estética antifascista e insultaron a su compañera, de origen latinoamericano. A continuación, le agredieron con un punzón causándole una herida en la cara, otra en el hombro y una tercera, la de mayor gravedad, en el abdomen.

No voy a invertir un sólo segundo en aventurar cómo se puede ser tan malnacido ni en pronunciarme sobre lo que le deseo a este tipo de gentuza. Sin embargo, se me plantean varios interrogantes en relación a la condescendencia de la sociedad con las bandas de ultraderechistas:

– ¿Esto no es terrorismo? ¿ Por qué no se le llama por su nombre, de una puñetera vez, a un movimiento que ha asesinado a más de 50 personas en los últimos años (siempre escogiendo a sus víctimas por su ideología, raza, orientación sexual o clase social)? ¿Por qué no se aplica la Ley Antiterrorista al terrorismo fascista? ¿Por qué sí recae esta durísima ley sobre quien quema un cajero automático en Bilbao pero no sobre quien ha matado a un menor de edad en Madrid?

– ¿Por qué continúan siendo legales multitud de partidos de ideología fascista (Democracia Nacional, España 2000, Falange Española -y derivados-, Fuerza Nueva, Nación y Revolución, Alianza Nacional, Alternativa Española, Frente Nacional etc.), a pesar de sus evidentes vínculos con los grupos neonazis? ¿Es más entretenido buscar vínculos con ETA a cualquier cosa que suene a izquierda antes que hacer frente a toda esta escoria institucionalmente?

– ¿A qué esperaban los medios de comunicación de masas para dar la noticia de esta brutal agresión que se cometió hace ya tres días? Si la víctima no muere, ¿no le importa a nadie? ¿Cuántos sucesos de este tipo tendremos que sorportar hasta que vuelvan a matar a otra persona? ¿Volverá entonces la Prensa a equiparar a los fascistas con los antifascistas, como tuvo la desfachatez de hacer tras el asesinato de Carlos Palomino?

– Y hablando de Carlos Palomino, ¿por qué el PP se negó a condenar su asesinato? ¿Por qué se escandalizan tanto cuando otros partidos hacen lo mismo?

En fin, que mientras no se responda satisfactoriamente a estas y a otras muchas preguntas, mucho me temo que tendremos que seguir aguantando lamentables incidentes como este último de Barcelona.

Becarios del mundo, ¡uníos!

septiembre 1, 2008

Hoy es mi primer día de vacaciones. Durantes estos dos últimos meses estivales he estado trabajando como periodista en un diario aragonés perteneciente a uno de los grupos de comunicación más conocidos del Estado. ¿Que cuánto me han pagado? Cero euros, por supuesto.

Sabía donde me metía. De hecho, ya tuve la misma experiencia el verano pasado. No tengo ninguna queja del trato recibido en el que hasta ayer fue mi trabajo. Al contrario. He tenido la suerte de toparme con gente estupenda de la que he aprendido mucho y que me ha hecho coger soltura en el mundo del periodismo. El supuesto objetivo de las llamadas «prácticas» es ése: aprender. Y también poder plasmarlo en el currículum para ver si algún día, en un futuro lejano, alguien te contrata de verdad.

Pero no nos engañemos. Los principales beneficiados en este juego no somos los (muy numerosos) jóvenes estudiantes convertidos en becarios, sino los medios para los que trabajamos por unos meses. Ellos tienen la suprema bondad de permitirte currar gratis para ellos con el fin de ayudarte en tu formación. ¡Prácticamente te hacen un favor! La realidad, sin embargo, es que los universitarios hacemos durante el verano el trabajo de los periodistas que están de vacaciones. Uno se coge estos quince días de fiesta, el otro los siguientes y el de más allá los restantes. Y el «bacario» a cubrir el hueco como uno más. Pero sin ver un duro.

Vale que quizá no merezcamos el mismo sueldo (mileurista) que un periodista ya curtido en la profesión porque ni siquiera hemos terminado la carrera. Pero el salario mínimo interprofesional es de 600 euros; y nadie cuestionará que lo nuestro es un trabajo, así que aquí algo falla.

El problema (la gran ventaja para las empresas de comunicación) es que siempre va a haber un estudiante dispuesto a currar por amor al arte durante un par de meses. Si no lo haces tú lo hará otro. En eso consiste el libre mercado, ¿no? Como tantas veces, se me plantea una utópica situación. La de un día en el que todos los becarios nos plantásemos y dijésemos: «o negociamos un sueldo o este verano no trabajamos». No hay duda de que muchos medios verían peligrar su actividad veraniega y entonces otro gallo cantaría. Ahí quedaría claro quién está haciendo el favor a quién.

40 mayos después

May 31, 2008

Mañana habrá pasado otro mayo cualquiera y entraremos en un junio como los de siempre. Para los estudiantes será otro mes de exámenes, como el del año pasado y el del anterior. Nada ha cambiado desde hace 40 mayos cuando un puñado de jóvenes franceses se atrevió a enfrentarse a la realidad con todas las consecuencias. Fue un mes de lucha, de rebelde esperanza, que acabó en amarga derrota. Pero su atrevimiento hace que, cuatro décadas después, se siga recordando con nostalgia aquel enérgico intento por encontrar la playa debajo de los adoquines.

A los jóvenes de hoy nos queda muy lejos en el tiempo la toma de la Sorbona, pero más aún en la conciencia. Mirando a nuestro alrededor, y también a nosotros mismos, se siente la necesidad de retomar ese espíritu del 68. Pero, a la vez, se nota la impotencia de saber que no ocurrirá.

Lo mínimo que podemos hacer es recordar que, cuarenta años atrás, miles de personas permitieron soñar con un verdadero cambio social. Y, a nosotros, siempre nos quedará ser realistas…y pedir lo imposible.